enunciados, oraciones y proposiciones

Con su permiso una aplicación mas del mito de la caverna que tanto les gusta a filósofos y demás cuentistas. Dedicado a Irene por hablarme hoy de algo en lo que había pensado un par de dias antes y a lo que no pensaba dedicar ningun espacio en este blog hasta que ella me lo ha hecho recordar.

(Lo que quiero decir es que la culpa de que no os guste es solo suya)

Las abstracciones verbales que realiza el ser humano representan ideas que suelen englobar (y engloban) mucho más de lo que una imagen podría.
Asi podriamos intentar representar la felicidad con una imagen y siempre nos quedariamos atrás. La idea misma de felicidad, la que tenemos en nuestra cabeza o más bien, la que podríamos haber tenido, abarca mucho más que cualquiera de las imagenes que desde niños nos han formado en el término felicidad.

Es habitual la afirmaciçon de que todos cargamos con el bagage cultural de todos los siglos y generaciones que nos precedieron. Que nos enriquece. Sumamos su sabiduria a la nuestra y se la otorgamos a futuras generaciones.
Sin embargo es posible que estemos atados a concepciones anteriores (fallidas o erroneas) que nos mostraron un cierto camino y que cortaron nuestras alas a la hora de percibir y existir.
¿No es posible que aquel individuo que sintió felicidad por primera vez y transmitió la idea a sus semejantes tuviera una idea más brillante de lo que esto significa? (O, por lo menos, menos cargada de imagenes ajenas).
Quiero decir con esto que evolucionamos hacia lo concreto y dejamos atrás infinidad de oportunidades de comprensión y evolución mental.

Muchos hemos crecido en la era de la imagen. Crecemos con la televisión como foco central en nuestros hogares. Crecemos frente a imagenes que son adjudicadas o incluidas en terminos abstractos que comprendemos con los años. Con cada imagen que incluimos en el termino felicidad hacemos su significado más amplio, pero a su vez reducimos su potencial y limitamos nuestra realidad.